Desmantelar los personajes

«La agresión más básica hacia nosotros mismos, el daño más importante que podemos hacernos, consiste en mantenernos en la ignorancia al no tener el coraje de mirarnos a nosotros mismos con honestidad y amabilidad.”- Pema Chödrön.

Las máscaras

En la antigua Grecia los actores de las comedias y las tragedias usaban una máscara. Esta ocultaba la verdadera personalidad del actor y venía a representar el rol que debían ejecutar según el guion de la obra en cuestión.

En la vida cotidiana muchas veces también usamos “máscaras” dependiendo de muchos factores, como las situaciones en las que nos encontramos, las personas que nos rodean, etc. Usualmente generamos este tipo de “personajes” para ser aceptados, respetados, admirados, reconocidos, temidos, etc., en función de una necesidad de validación del entorno o los demás.

Mantener estos personajes implica un desgaste emocional, mental y energético importante, ya que estamos pendientes y hacemos lo necesario para que los demás nos perciban de cierta forma: nuestros gestos, nuestra forma de hablar, de vestir y más, todo orquestado en mayor o menor medida para dar una cierta impresión.

Mucha gente no es consciente de que crea y se vive desde este tipo de personajes y muchas de sus preocupaciones, malestares y conflictos se deben a la identificación total que tienen con estos personajes.

Tomando conciencia de los personajes

Con frecuencia, al comenzar un camino de autoconocimiento, crecimiento personal o espiritual, puede ocurrirnos que cada vez nos generan más ruido ciertas actitudes que solíamos tener o compartir momentos con algunas personas; empezamos repentinamente a querer dejar de “alimentar” esos personajes y de vivirnos desde un yo fragmentado, para comenzar a habitar otro lugar diferente, para comenzar a vivir desde lo que realmente somos y sentimos.

Es entonces cuando gradualmente vamos renunciando a depender de la aprobación externa; a medida que nos acercamos a nuestro yo transpersonal, a nuestra verdadera esencia, nos damos cuenta que no la necesitamos, nos vamos sintiendo completos sin que nadie nos deba dar el visto bueno.

Con la práctica frecuente de la meditación y de la atención plena, al ir observando y contemplando nuestro mundo interno en mayor profundidad, cobramos conciencia de estos personajes y el peso que tienen en nuestras vidas. Comenzamos a sentir una poderosa necesidad de vivirnos de forma auténtica, quitando los velos y dejando de lado las apariencias y, es entonces, cuando los personajes empiezan a caer por su propio peso, pues ya no son necesarios, para dar lugar a una persona que se vive como un todo, en lugar de piezas fragmentadas.

¿Qué impacto tiene en nuestras vidas y las relaciones con los demás el vivirnos como un todo?

A partir de vivirnos de forma integrada, es que comenzamos a generar otro tipo de relaciones, vinculándonos e interactuando con mayor autenticidad y naturalidad. Esto hace que conformemos relaciones sinceras y saludables e impacta directamente en nuestra salud física y psíquica y en la de aquellos con quienes nos relacionamos.

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